Cualquier cosa que perdamos, con el tiempo de alguna forma la recuperamos. Pero sucede que lo único que no se recupera, después que se pierde es el tiempo. A parecer el gobierno cubano no se da cuenta de ello, o sencillamente, no le importa.
Recientemente el gobierno en su órgano de Poder Popular acordó aceptar la propiedad privada como parte del socialismo, quizás como parte de su construcción. Un principio marxista negado a toda costa durante años, por aquello de “que la pequeña propiedad privada engendra grandes propiedades, que al final van contra el socialismo. En esta afirmación hay verdades y mentiras. En realidad lo que el marxismo plantea es la multiplicación del capital, gracias a la acertada gestión de los propietarios, como sucede en el capitalismo, sin tanta conciencia revolucionaria y solamente con trabajo y organización.
El socialismo es una necesaria etapa de transición y no se puede aplicar con medidas absolutistas como las aplicadas en Cuba y en la URSS
El socialismo es una necesaria etapa de transición y no se puede aplicar con medidas absolutistas como las aplicadas en Cuba y en la URSS
En 1968 los dirigentes cubanos, que de socialismo no sabían nada, le dieron el tiro de gracia a la economía cubana, eliminando todas las pequeñas propiedades y actividades privadas. Convirtiendo el país en un gran consolidado ineficiente, llegando a organizar hasta empresas de zapateros remendones y limpiabotas.
En ningún libro del marxismo dice que había que hacer semejante barbaridad. Puras medidas tomadas por el gobierno, al estilo estalinista, todas producto de las revisiones del marxismo, con su versión leninista y modificaciones absurdas dictadas por Stalin.
Los dirigentes del Partido Comunista de Cuba, salido de las entrañas del Partido Socialista Popular, se formaron en la URSS bajo el gobierno Estalinista y fue así como logaron establecer ese engendro mal parido en Cuba, sin siquiera saber lo que estaban haciendo y contraviniendo todas las leyes del marxismo. Uno de sus precursores fue el llamado Comandante Che Guevara que pretendía saber mucho de marxismo y era un perfecto ignorante, solo apto para hacer la guerra, que tampoco le salió bien, y se dedicaba a dar palos de ciego cuando fue Ministro de Industrias.
Hubo dirigentes honestos que quisieron detener esas barbaridades, pero los eliminaron por simples contradicciones en la lucha interna por el poder de los llamados guerrilleros de la Sierra Maestra, engañando a su propio líder Fidel Castro, hasta que en marzo del 1968 se desato la guerra contra la Micro fracción, que no impidió se consumaran los errores de la llamada Ofensiva Revolucionaria, y en 1969 la famosa utopía de los Diez Millones de Toneladas de Azúcar, un verdadero ejemplo de los caprichos del Comandante en Jefe, a pesar de haber sido alertado por el Ministro del Azúcar y los especialistas.
En fin se perdió el tiempo y ahora tratan de recuperarlo, gestión que será más difícil que perderlo. Confiemos que los jóvenes que asuman el poder, en el futuro, puedan desprenderse de los caprichos del Comandante en Jefe y las barbaridades económicas de Stalin y seguidores. No será un capitalismo salvaje y a prueba de bala, lo que nos dará la solución. Hay cosas que no se deben abolir aunque hayan sido aplicadas por los ignorantes Hubo dirigentes honestos que quisieron detener esas barbaridades, pero los eliminaron por simples contradicciones en la lucha interna por el poder de los llamados guerrilleros de la Sierra Maestra, engañando a su propio líder Fidel Castro, hasta que en marzo del 1968 se desato la guerra contra la Micro fracción, que no impidió se consumaran los errores de la llamada Ofensiva Revolucionaria, y en 1969 la famosa utopía de los Diez Millones de Toneladas de Azúcar, un verdadero ejemplo de los caprichos del Comandante en Jefe, a pesar de haber sido alertado por el Ministro del Azúcar y los especialistas.
Comentarios
Grata de leer tu nota que por lo profundo del tema leeré nuevamente por venir de tu autoria el tema da mucha tela por donde cortar y te adelanto que todos los que hayamos leído y entendido a Marx no nos queda otro camino que ser los anticomunistas del siglo XXI