Recientemente lei un articulo donde se criticaba, negativamente, la visita de algunos cubanos a Cuba y los comentarios de quienes los apoyaban y deseaban hacer lo mismo. Ahora no encuentro la nota para que ustedes la puedad leer directamente, pero publico mi opinion, sin el propósito de convencer a nadie, sobre este tema, que a veces se convierte en algo polémico solo como ejercicio de mi libertad de expresión.
Me sería difícil decir quienes tienen o no tienen razón en esta complicada conversación de amigos. Pero hay algo de lo que estoy seguro y dirige mis acciones: El sagrado derecho a la libre expresión del pensamiento y la libertad de acción y movimiento de todos los seres humanos.
Hace 27 abriles que salí de Cuba en un viaje turístico a la antigua URSS y hasta hoy, 6 de mayo de 2017 y no he regresado. Durante ese largo lapsus de tiempo una de mis hijas murió y otras se casaron y me dieron dos nietos que no conozco, y a pesar de todo eso, no he regresado ni creo que regresare. Incluso no tengo pasaporte cubano, entre otras cosas porque es demasiado caro y solo sirve para ir a Cuba, por supuesto, si el gobierno cubano da la autorización. Sin embargo, no me considero más patriota ni mejor cubano que nadie. Ni me importa si alguien va o no va a Cuba, si regresa o no regresa, ni las razones que tenga para hacerlo.
Como dije antes, creo en la libertad de expresión y de movimiento, derechos que el gobierno cubano ha negado, durante anos, a sus ciudadanos, al extremo de personalmente no haber podido comunicarme con mis familiares que residían en el exterior, durante más de 20 años.
No he ido a Cuba durante 27 abriles, ni iré porque no comparto las arbitrarias reglas establecida por ese gobierno totalitario para visitar la tierra que me vio nacer y posiblemente no me vera morir. No he ido a Cuba porque no tengo deseos de ir, y, además, porque no me da la gana, en uso de todos mis derechos, como ser humano libre.
Quien quiera dar su brazo a torcer y aceptar reglas de juego, establecidas por los fidelistas, tienen todo el derecho para hacerlo y no creo que haya que andar condenandolos como traidores ni indolentes. Esa mentalidad, la negativa de los derechos individuales es lo que nos llevó a sufrir los abusos del sistema, con la anuencia de muchos cubanos que apoyaban las malas decisiones del gobierno. No haré lo mismo que los negadores de los derechos humanos individuales. Soy libre por mi propio esfuerzo, nadie me ayudó a salir del infierno, falsamente autoproclamado socialista, y nadie tiene derecho a decirme lo que tengo que hacer, ni yo lo que ellos deben hacer. Lo que aquí escribo y publico, son mis propias opiniones, no para demostrar mi patriotismo ni mi infausta rebeldía, sino para hacer uso de mi libertad de expresión, derecho del que carecí sin poder hacer nada, durante 32 eneros, obligado a adaptarme para no sufrir las mismas consecuencias de quienes tuvieron el coraje de enfrentar el cruel y anti humano sistema establecido a partir de enero de 1959. Que cada uno haga lo que crea conveniente y sufra sus consecuencias. Conmigo y posiblemente con muchos como yo, no hay arreglo.
Me sería difícil decir quienes tienen o no tienen razón en esta complicada conversación de amigos. Pero hay algo de lo que estoy seguro y dirige mis acciones: El sagrado derecho a la libre expresión del pensamiento y la libertad de acción y movimiento de todos los seres humanos.
Hace 27 abriles que salí de Cuba en un viaje turístico a la antigua URSS y hasta hoy, 6 de mayo de 2017 y no he regresado. Durante ese largo lapsus de tiempo una de mis hijas murió y otras se casaron y me dieron dos nietos que no conozco, y a pesar de todo eso, no he regresado ni creo que regresare. Incluso no tengo pasaporte cubano, entre otras cosas porque es demasiado caro y solo sirve para ir a Cuba, por supuesto, si el gobierno cubano da la autorización. Sin embargo, no me considero más patriota ni mejor cubano que nadie. Ni me importa si alguien va o no va a Cuba, si regresa o no regresa, ni las razones que tenga para hacerlo.
Como dije antes, creo en la libertad de expresión y de movimiento, derechos que el gobierno cubano ha negado, durante anos, a sus ciudadanos, al extremo de personalmente no haber podido comunicarme con mis familiares que residían en el exterior, durante más de 20 años.
No he ido a Cuba durante 27 abriles, ni iré porque no comparto las arbitrarias reglas establecida por ese gobierno totalitario para visitar la tierra que me vio nacer y posiblemente no me vera morir. No he ido a Cuba porque no tengo deseos de ir, y, además, porque no me da la gana, en uso de todos mis derechos, como ser humano libre.
Quien quiera dar su brazo a torcer y aceptar reglas de juego, establecidas por los fidelistas, tienen todo el derecho para hacerlo y no creo que haya que andar condenandolos como traidores ni indolentes. Esa mentalidad, la negativa de los derechos individuales es lo que nos llevó a sufrir los abusos del sistema, con la anuencia de muchos cubanos que apoyaban las malas decisiones del gobierno. No haré lo mismo que los negadores de los derechos humanos individuales. Soy libre por mi propio esfuerzo, nadie me ayudó a salir del infierno, falsamente autoproclamado socialista, y nadie tiene derecho a decirme lo que tengo que hacer, ni yo lo que ellos deben hacer. Lo que aquí escribo y publico, son mis propias opiniones, no para demostrar mi patriotismo ni mi infausta rebeldía, sino para hacer uso de mi libertad de expresión, derecho del que carecí sin poder hacer nada, durante 32 eneros, obligado a adaptarme para no sufrir las mismas consecuencias de quienes tuvieron el coraje de enfrentar el cruel y anti humano sistema establecido a partir de enero de 1959. Que cada uno haga lo que crea conveniente y sufra sus consecuencias. Conmigo y posiblemente con muchos como yo, no hay arreglo.
Comentarios