Las Puertas del Nuevo Año

Ya estamos a las puertas del Nuevo Año, ya comienzan a proliferar los adornos, las luces de colores que pretenden con su colorido alegrar las calles de la ciudad y el entorno donde vivimos, los comercios donde compramos las mercancías de todos días y que con esta nueva imagen nos invitan a adquirir cosas que muchas veces no nos hacen falta.
Al pasar, en las salas de muchas casas podemos ver los Arbolitos de Navidad, guardianes de los regalos dedicados a congratular a los  familiares y amigos. Este ambiente hace renacer el espíritu navideño, dormido durante los últimos once meses del año, después de la fatiga conque llegamos al primer mes del que un día fue Año Nuevo y ahora es el Año Viejo.
Diciembre, marco el inicio de la Era Cristiana y siempre nos lleva a recapitulaciones y análisis de lo que hemos vivido y hecho durante los últimos doce meses del año que está terminando. Es la hora en que hacemos el balance anual de nuestras vidas, remarcando las pérdidas y ganancias.

Muchos nos damos cuenta en esta hora de que algunos libras de más se han acumulado alrededor de nuestra cintura y  para otros  en los más diversos lugares.
Es el momento del recuento  y nos preparamos para rendir cuentas de diversas formas, entre ellas, para algunos quizás la más importante, relacionada con los impuestos estatales.
Nos damos cuenta, quizás por primera vez, de las muchas promesas que no cumplimos y las muchas obligaciones que surgieron sin apenas pensar en ellas.
Nada para quejarse. Es la dinámica, la dialéctica de la vida, plena de aciertos y contradicciones que son precisamente la muestra fehaciente de que hemos vivido un año más y estamos listos para embarcar en la nave del tiempo, provistos con nuevas promesas y esperanzas.
Es lindo y debemos estar agradecidos de este otro año que la vida no regala,  con nuevos propósitos para vivirla en toda su magnitud.
Somos felices de continuar viviendo al unísono de nuestros seres queridos, nuestra familia, formada por todos aquellos que un día tuvieron el mismo origen que nosotros:  hijos, hermanos, primos más lejanos y más cercanos y para aquellos mas jóvenes la presencia inestimable de quienes los engendraron y dieron oportunidad de llegar a este mundo, a este Universo, que digan lo que digan, llámelo como lo llamen, aun aquellos que lo apodan Valle de Lágrimas, es el mejor mundo conocido porque realmente no conocemos otro.
Es cierto también, y no creo que debemos olvidarlo, que por muchas luces de colores y arbolitos adornados, que todo no es como quisiéramos la gran mayoría de la humanidad, no todas las frutas del árbol son sanas y muchas están malas aún antes de madurar. Afortunadamente son las menos y quizás fue la carencia de un buen jardinero lo que les permitió que crecieran y fructificaran sin podarlas antes.

Ojalá el próximo Año Nuevo, cuando se convierta en Año Viejo, pueda mostrar en su balance la curación y el saneamiento del árbol contaminado por la frutas que no debieron crecer.
No siempre el nuevo año nos ha hecho regalo apreciable para siempre.
Hace 51 años un pequeño país poblado por gente humilde y trabajadora, gobernados por un tirano, con la alegría que caracterizaba a sus habitantes, recibió el regalo de una de estas frutas, de manos de quienes se presentaron como Apóstoles de la Libertad, para luego con el transcurso del tiempo descubrir que la fruta, verde como su esperanza por fuera, era roja por dentro, teñida por la sangre, y además estaba envenenada.


Muchas veces, en la soledad que me llevó alejarme de quienes cultivaban aquella maligna fruta, he pensado si realmente ellos creían que la fruta era buena, especialmente en estos tiempos cuando los veo hablar de reformas y acercarse a quienes negaron todo el tiempo por la santidad de sus creencias y
facilitan la construcción de nuevos templos para adorar a sus santos  y visitan los lugares de culto de diversas liturgias, quizás con la hipocresía de Judas.
Me resulta difícil aceptar lo que yo mismo me cuestiono: la duda de si tenían buenas intenciones y realmente se equivocaron.
Sin embargo, suponiendo que haya sido así, existen otros factores que no nos permiten olvidar las consecuencias de los errores o de su maldad, si todo lo que hicieron y aun hacen lo sabían de antemano.
Muchas víctimas caidas para siempre bajo las balas de los nuevos verdugos y muchos desaparecidos en la mar,  en el intento de alejarse de ellos, y más aún la separación y la destrucción de familias que hoy, en vísperas de las Navidades no pueden abrazarse ni besarse ni celebrar juntos la llegada del Nuevo Año.
A partir de tanta violencia e injusticia, lo que me hace ponerlo en duda, si Dios existe, que los perdone él, si no sabían lo que hacían. Yo al menos no los perdono, simplemente los he borrado de mi memoria afectiva y no quiero recordar el nombre del lugar donde están, razón por lo que en esto que escribo no pongo nombres, lugares ni fechas.

Felicidades para mis hijas, mis hermanos, mis amigos y todos los seres humanos de buena voluntad que existe en el mundo, sin que me importen  para nada su origen, su nacionalidad, sus ideas, sus creencias ni los dioses que los protegen.


Felices Pascuas y Prospero Año Nuevo.

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