La Sabiduria del Sol.
En la plaza de un pueblo donde se reunían todos los habitantes para conversar, intercambiar impresiones, o comerciar algún producto de su trabajo, había un hombre vestido muy humildemente, sentado en un lugar solitario, con su

Una mañana de verano, cuando el sol no había salido totalmente, cuando más intenso era el intercambio entre lo que frecuentaba la plaza y las voces de los vendedores eran más fuertes ofreciendo sus productos, apareció un hombre, corpulento, con la piel muy blanca de quienes permanecen mucho tiempo al interior de sus viviendas, adornado con joyas y metales preciosos en sus manos y collares alrededor de sus cuello, vestido con tejidos de la mayor calidad y su cabeza cubierta con un gorro de armiño bordado con hilos de oro.
Al juzgar por su vestuario, nada común entre los habitantes de aquel lugar, era un extranjero, procedente de algún lugar lejano,
A su llegada inmediatamente algunas personas se acercaron para brindarle ayuda. El propietario del mesón que abría sus puertas sobre la plaza, se acercó para ofrecerle sus servicios al interior de su establecimiento. Pero el hombre lo rechazó, explicándole que deseaba permanecer al exterior al parecer para disfrutar de la agradable temperatura veraniega.
Bastaron aquellas pocas palabras, articuladas en un tono indiferente, para que el mesonero ordenara a uno de sus servidores traer una mesa y sillas para ubicarla frente a su comercio y que el recién llegado pudiera acomodarse según sus deseos. No era nada extraño aquel ofrecimiento pues muchos de los ancianos de la zona acudían allí para sentarse expuestos al sol de la mañana mientras tomaban un café negro, regularmente amargo, y fumar sus pipas, con tabacos aromáticos con olor a manzanas o tomar una taza de té conversando y viendo pasar los que visitaban la plaza.
Una vez sentado el hombre ordenó le sirvieran una jarra de vino rojo calentado y algunos dulces de harina típicos de la región. Mientras tomaba y saboreaba con placer su copa de vino, contemplaba con mucha curiosidad todo lo que sucedía su alrededor. Sus ojos no se fijaban en nada en especial y tanto miraba lo que estaba cerca como a lo lejos, como si quisiera abarcar toda la plaza con una sola mirada.
Los lugareños, quizás impresionados por su presencia, nada común en aquel lugar o por su vestuario, o su gran estatura y corpulencia, no se acercaban y también lo miraban de soslayo con la discreción característica de los hombres y mujeres campesinos. Para ellos sucedía como con muchos de sus de sus animales: La mirada directa, plena, a los ojos era casi un reto, que invitaba sino a la disputa a una actitud más o menos de rechazo pero nunca amistosa.
Tradicionalmente en aquella zona el establecimiento de relaciones con desconocido se guiaba por las costumbres ancestrales de los habitantes de la región. Sólo se hacía para ofrecerle alguna mercancía o algún servicio o si el recien llegado de alguna forma manifestaba su interés por establecer el contacto de alguna manera con alguno de ellos.
En realidad ,después que el hombre se ubicó en el lugar e hizo su petición de servicio para consumir, nada de su parte manifestaba el interés por establecer relaciones con quienes se encontraban alrededor o cerca del lugar donde estaba situado.
En realidad ,después que el hombre se ubicó en el lugar e hizo su petición de servicio para consumir, nada de su parte manifestaba el interés por establecer relaciones con quienes se encontraban alrededor o cerca del lugar donde estaba situado.
Pero ocurrió quedurante su recorrido visual se quedó con su mirada fija en el lugar donde estaba sentado el solitario anciano, el hombre que todos saludaban con frases y gestos amistosos, y aquello captó la atención del hombre con gran fuerza.
Era como si sintiera una gran necesidad de saber a qué se debía el interés por aquel hombre, que realmente no tenía ningún elemento discordante con el entorno para llamar la atención.
Deseaba muy especialmente saber que palabras se intercambiaba entre ellos en sus rápidas conversaciones y gestos. Le llamaba la atención que casi todos se despedían del anciano con una sonrisa amable, mientras el hombre quedaba en su lugar con gran placidez reflejada en su rostro.
Pensó para sus adentros que quizás el hombre era un mediante que coleccionaba la caridad ajena, pero no veía ningún tipo intercambio entre ellos o posiblemente un comerciante vendiendo algo. Pero cuál era su mercancía si nada entregaba ni nada recibía.
No podía comprender que estaba sucediendol Sin pensarlo mucho llamó al mesonero y le preguntó quién era aquel hombre que tanto llamaba su atención.
No podía comprender que estaba sucediendol Sin pensarlo mucho llamó al mesonero y le preguntó quién era aquel hombre que tanto llamaba su atención.
El mesonero simplemente le contestó que era un anciano de la zona, un hombre de buen corazón, que siempre tiene una frase amable, un consejo para darlo a quienes se lo pedían.
Entonces el hombre le comentó:
- ¡Ah!..Es un consejero. Seguramente obtiene grandes beneficios materiales con sus consejitos o se aprovecha saciando sus necesidades en las mesas de quienes se los piden. Ya sabía yo que algún negocio había detrás de toda esas conversaciones y sonrisas. La vida me ha enseñado que nadie da nada por nada incluso un simple saludo. Yo todo tengo que pagar o comprar todo lo que recibo o necesito-
El mesonero, un hombre que había dedicado toda subida a servir a otros, que sentía sumo placer en hacerlo, rápidamente, como quien se siente herido en lo profundo de sus valores humanos, le contestó:
-¡Perdone el Señor! Pero este hombre que Usted ve ahí, aunque viste modestamente, y está sentado en los escalones que dan acceso a nuestra iglesia, es un hombre rico, un hombre que su juventud trabajó mucho la tierra para lograr hacerla fructificar, que educó una numerosa familia en el amor y respeto a los demas, hoy sus hijos se encuentran en muy diversos lugares del mundo ayudando a otros y repartiendo afecto como su padre les enseño. Ya no trabaja y vive de lo que ahorró antes. Sus tierras son trabajadas por el mayor de sus hijos que prefirió quedarse a lado de sus padres y crear su propia familia.
! No, ese hombre no pide ni recibe nada de nadie! -dijo enfatizando sus palabras-. Simplemente viene a la plaza, a tomar el sol y disfrutar de la compañía de todos los que visitan la plaza como él-..
! No, ese hombre no pide ni recibe nada de nadie! -dijo enfatizando sus palabras-. Simplemente viene a la plaza, a tomar el sol y disfrutar de la compañía de todos los que visitan la plaza como él-..
-En varias ocasiones le he ofrecido sentarse aquí, donde mismo está usted ahora, y no ha querido, porque dice sería como alejarlo de su casa, el lugar donde se sentaba cuando era joven y venía a la plaza buscar trabajo. Me dijo que él prefería quedarse allí para nunca olvidarse de quién era y como había comenzado su vida-
El hombre después de oírlo detenidamente, le preguntó:
El hombre después de oírlo detenidamente, le preguntó:
-¿Y de dónde ha sacado su sabiduría? Si ha pasado toda su vida inclinado trabajando la tierra. ¿Acaso es un hechicero o quizás alguien que ha hecho pacto como seres diabólicos?-
-No creo- dijo el mesonero, apenado por tener que contradecirlo otra vez- su bondad es tan infinita que es imposible pensarlo. Nada de cosas ocultas. Ya otros le han hecho directamente a él esa misma pregunta y su respuesta ha sido que trabajando la tierra, a solas,tuvo mucha oportunidad de pensar y contemplar cómo las semillas que iba sembrando se transformaban en frutas y árboles que crecían sin cesar mientras más tiempo y amor les dedicaba.
Que la vida le había demostrado que sólo con pensar en lo que deseaba, de sentir las cosas como realizadas eran suficiente para llegar a ellas. Que comprendió que sus pensamientos le provocaban emociones que le impulsaban y daban fuerza que podía transmitir a otros, que de una forma u otra facilitaban sus proyectos, sobre todo con la confianza absoluta de que el Universo lo protegía en sus propósitos ayudándole cada día como enfrentar y transformar la realidad según sus deseos y convicciones sin dañar a nadie y al mismo tiempo ayudando a quienes a su vez necesitaban su ayuda o que alguna vez le habían ayudado de alguna forma . Que cada día sabía ya desde el día anterior lo que quería obtener y como lo quería hacer. Convencido de que con su esfuerzo y su entrega a sus ideales no había nada que no pudiera lograr.
Que con el tiempo habia comprendido que siempre podía recoger lo mismo que sembraba, que lograba la cosecha que se proponía, porque trabajaba para lograrlo y tenía fe, mucha fe en sus capacidades para crear lo que se proponía. Concluyo el mesonero, para terminar diciéndoles:
- Por eso ahora cuando ya la tierra que antes yo labraba con un mínimo de esfuerzo y grandes resultados me hizo ver que se necesitaban otro brazos más fuertes que los míos para ayudarla a parir y dar sus frutos, decidí sentarme ahí para sembrar en otros la fe y la fuerza que antes la gran Escuela del Universo había sembrado en mi corazón y mi pensamiento. La Escuela donde todos podemos ser alumnos y asistir y aprender cada día para luego ser Maestros también.Y fue entonces que el hombre sonrió, se levantó de la cómoda butaca en que estaba sentado, atravesó la plaza, fue donde estaba el anciano solitario y le pidió permiso para sentarse a su lado para preguntarle -¿Por qué es usted así, por no quiere sentarse en un lugar más cómodo o quizás viajar y disfrutar todo lo que ha aprendido y atesorado en larga vida de trabajos sacrificios?El anciano con una simple sonrisa le contesto:
Porque el Sol siempre ha estado en el mismo lugar y sabe cómo desde alli darnos su calor y su fuerza, y sobre todo porque nace cada día para ser como es y darnos lo que posee.
Se puso de pie el desconocido , se despidio del anciano y se marcho con la mejor sonrisa que nadie habia visto jamas.
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