¡Lo bueno es caro,y lo barato no es bueno!

A veces en conversaciones con algún amigo o amiga he dicho que nada me sorprende debido a la experiencia que he acumulado durante toda mi vida, pero sucede que no es así y debía decir más bien que no todo me sorprende, o mejor no decir nada.
La razón es que hace unos días me sorprendió una petición de una simpática lectora y amiga. El origen de la sorpresa es la importancia que puede tener una simple frasecita en un contexto mayor, si quien lee pone realmente atención a lo que está leyendo. Su petición me halaga pues no pensé que mis humildes palabras podían ser escudriñadas con tanto celo, y porque no soy un escritor que creo merecerlo. Lo cierto es que Olivia,así se llama,me sugiere que desarrolle la frase:
“Lo bueno es caro y lo barato no es bueno”
Debo aclarar que la frase no es totalmente original, pues tiene mucha relación con otra que dice “La buena vida es cara, las hay más baratas pero no son tan buenas" El principio es el mismo, pero la diferencia está en el sujeto de la frase. En un caso es la vida lo que es caro, pero en el otro se refiere a los objetos que hacen esa vida cara.
Si bien es cierto que la vida cara es la preferencia de un estilo de vida, y todos tenemos derecho a seleccionar como la queremos vivir, hay ricos que viven como pobres y no disfrutan nada y pobres que viven como ricos y le deben a cada santo un peso.
La selección de un objeto como diferenciador del estilo de vida está sujeta a muchas evaluaciones subjetivas, bajo la influencia del márquetin y la publicidad y lo peor, el engaño y el autoengaño.
No quiero ser hipercrítico ni consentidor, pero hay verdades que no hace falta ni decirlas. Por esta razón voy a referirles algunas anécdotas que pueden servir de ejemplo a la idea principal.
Un día le contaba a mi hermano Ramón sobre una transacción que yo había hecho con alguien y de la que yo creía había logrado un saldo favorable. Mi querido hermano, con sus habituales sarcasmos me dijo que no le parecía mal, pero que había un hombre que le regalaron un perro de raza que costaba 10000 dólares, necesitaba muy caros alimentos y cuidados especiales, pero que un día, como no podía mantenerlo, lo cambio por dos gatos ordinarios de 5000 que se cuidaban solos y eran muy independientes. Que eso me podía dar una idea de lo acertado o no de mi transacción.
No critico, pero mi hermano es un hombre ultraconservador que en ciertos momentos toma mucho cuidado para sus operaciones financieras, pero, en este caso, el cuentecito no observa el lado práctico del hombre que no era capaz de mantener un perro de la “ jaileife” y prefirió dos gatos independientes y que podían autoabastecerse.

Otro caso fue el de un colega mío, psicólogo por más señas, que andaba buscando trabajo en Montreal. Algo muy difícil pues solamente tenemos derecho a ser psicoterapeutas hasta que podamos pertenecer a la orden profesional que tiene la palabra psicólogo reservada.
Mi colega se quejaba de haber ido a una Institución que trabaja contra el SIDA para ofrecerles sus servicios y que, según palabras textuales, “ni siquiera me trataron bien, a pesar de que iba vestido con ropas de marca” (SIC)
Podemos imaginarnos su frustración, sus esfuerzos para lucir “ropas de marca” y los gastos que debe haber incurrido para poder adquirirlas, especialmente sin un salario decoroso, ante el rechazo. Lo que no comprendo es como un psicólogo, que conoce la naturaleza humana le puede dar ese valor exagerado a las marcas de su vestuario, pues cuando se trata de dar una buena impresión lo primero es observar el mayor cuidado en la higiene personal, bien afeitado, bien peinado,las uñas limpias, zapatos limpios y vestir correctamente, en fin tener cuidado de su apariencia externa.

La valorización de las marcas a veces llega al ridículo, por no decir a la bobería.
Ustedes recordaran que hubo una moda que los cubanos con sentido muy directo llamaron del “baja y chupa”, que se caracterizaba por el uso de una blusita corta, sin mangas, descotada que cubría un pequeño espacio del torso dejando la cintura y el ombligo desnudo.
Pues Nancy, una chica algo madura, originaria de un país de África Del Norte, una calurosa mañana de verano me rogó la acompañara a una gestión que debía realizar inmigración, a la salida del Metro, cuando subíamos al nivel superior, montados en la escalera mecánica, un chica canadiense se paro frente a nosotros vestida con un “baja y chupa” y con un Jean en las caderas, que los cubanos llamamos Pitusa. Por encima de la cintura del pantalón se veía sobresalir el elástico de su blúmer hilo dental, con su cintura rodeada de la marca de fábrica de su calzón.
Noté que Nancy la miraba con detenimiento y que su único comentario, casi en un susurro fue “… y se ve la marca “
Para mi aquello tenía todo el atractivo de la belleza femenina en su parte más notable y lo hubiera admirado con marca o sin marca. Para ella la marca era el símbolo de la calidad, me explico después, y por supuesto el valor comercial del producto, algo que también daba”caché” a la prenda. Unos días después la volví a ver, para disfrute mío y placer de ella, su cintura exhibía el elástico de su slip y por supuesto la marca del fabricante en todo su esplendor encima de su bien pronunciada lordosis de Grimaldi. De más esta decir que su preferencia por las marcas reconocidas se extendió a todo su vestuario y poco después parecía más el uniforme de un corredor de autos que su ropa casual.
Decía que hay quienes se auto engañan con estos productos. Existen reproducciones de todo tipo, imitaciones de los productos originales, solamente diferenciados por el precio y detalles que solamente un conocedor puede reconocer. Hasta yo he recibido un regalo de reloj pulsera con una marca muy famosa, que la reproduce en todos sus detalles, marcado con un precio de 700 dólares, y es uno de los llamados “Miquimaus”, lo cual me importaba poco, pues lo que yo necesito es saber la hora y en ese artefacto se me dificulta mucho precisamente por su diseño.
Y todo no acaba aquí, existen la reproducción de los famosos habanos cubanos, fabricados con tabaco dominicano, ron de caña de azúcar, con marcas reconocidas en Cuba, elaborados no importa donde, tapices persas fabricados en China, perfumes franceses destilados en cualquier Zoco del Medio Oriente. En fin la mentira de que lo caro es bueno y lo barato malo.
Cúanto puede costar un amanecer en la mañana tropical?
El primer beso de amor? La tierna sonrisa de un bebe? La puesta del Sol en el atardecer?
Todo eso vale mucho, pero solamente cuesta, quizás,una sonrisa o unas sencillas palabras de amor.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Entonces podemos decir que son tan objetivos como subjetivos la riqueza y la pobreza, lo bueno y lo malo, la fastuosidad y la escacez. Solo depende desde qué ámbito se mire, desde qué competencias personales y desde qué ambiciones!!
gracias Román!!..
Olivia
Roman Rodriguez ha dicho que…
Estimada Olivia, de cierto modo tienes razón de la forma que interpretas mis palabras. Todos estos elementos tienen sus características propias. Ser pobre o ser rico es algo objetivo, porque se trata de la posesión o no de objetos materiales como el dinero. Lo bueno o lo malo depende tiene sentido muy objetivo, pero dependen de la situacion especifica y tu entorno social y cultural, es decir se trata de valores ligados a la moral que es dialéctica, evolutiva, según la época en que vivas y desde que punto tu evalúes tu realidad, quienes no establecen diferencias entre el bien y el mal regularmente son psicopatas, cuando se trata de negar la moral impuesta por alguien se trata más bien de rebeldía o disidencia social que trata de establecer una moral diferente, por ejemplo la valoracion d e los hoimesexuals a trbvs del tiempo y la diferentes épocas históricas.
La escasez tiene carácter objetivo, pues se refiere a lo que hay o no hay, ahora bien la fastuosidad, entiendo por esto el estilo de vida de cada uno, se refiera a un elemento objetivo determinado subjetivamente, tu puedes tener riquezas y vivir como pobre, o ser pobre y vivir como rico adquiriendo mas deudas cada vez, sin embargo existe un tipo de riqueza que es mas bien subjetiva pero que se refleja objetivamente, se trata de la riqueza espiritual, especialmente la intelectual.
Puedes tener la riqueza en tu banco o la puedes poseer en tu mente, como el tesoro intelectual que acumulas día a día con tu experiencias o tus estudios. Hay quienes lleven su riqueza en el bolsillo y quienes la llevan en su cerebro, una se pierde fácilmente y la otra s tuya para siempre. Todo depende de ti y tus valores personales. Gracias por tus comentarios.
Roman

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