Porqué escribo de Gitanos...

Para mi sorpresa en las estadísticas de visitas a mi blog, una de las primeras se produjo en Moldavia y de momento no tenía ni la menor idea de cómo era posible si está redactado en castellano.
Analizando esto, se me ocurre leer mis primeras notas y encuentro que cuando hice mi descripción de lo que pensaba escribir  prometí que quizás un día hablaría de mi visita a un mercado gitano de la ciudad de Kishinev en la frontera de Moldavia y Rumania.
Llegué a la conclusión de que esa era la causa y ahora asumo mi promesa y la cumplo.
Antes de partir en mi viaje de “estímulo” a los periodistas, en mi caso personal apoyado por el trabajo realizado en la publicación de la primera Guía de la Televisión Cubana, supe que una de las ciudades a visitar sería Kishiniev en Moldavia, y me puse a buscar información sobre esta ciudad con la finalidad de saber dónde iba y sacar más provecho, intelectualmente hablando, de mi viaje. Es cierto que también tenía la idea de quedarme en el aeropuerto de Barajas y pedir refugio, pero como en otras ocasiones se me habían frustrado los planes, decidí prepararme lo mejor que podía para aprender algo de aquella experiencia que no pensaba se volvería a repetir pues todos conocemos las limitaciones para viajar que existen en nuestro país.
Las otras ciudades del trayecto ya las conocía gracias a mis estudios de historia y otro viaje que había hecho para filmar un documental en ocasión del 50 Aniversario de la Revolución de Octubre.
La mayoría de los cubanos conocemos bastante bien la historia de la URSS, impartida en las escuelas, en aquella época, con tanta minuciosidad e "interés" como el famoso Manual de Nikitin para construir el socialismo.
Entre las visitas programadas estaba Leningrado, ciudad que recuperó su antiguo nombre de San Petersburgo. Una de la ciudades más bella del mundo, atravesada por el río Neva y fundada por Pedro El Grande, Zar de Rusia, un personaje admirable, muy importante de la historia del pueblo ruso, con una visión poco común en un hombre de su tiempo, capaz de transformar la historia y la cultura de su país.
Krasnoyar, en la Siberia, sede de primer periódico comunista ruso Chispa, y por supuesto Moscú, “la ciudad que no cree en lágrimas”.
Pudiera relatar muchas cosas de estos lugares como nuestra visita al Museo del Ermitage y mi primer contacto directo con la obra
de Leonardo da Vinci y su cuadro la Donna Lita, un monumento a la maternidad irrepetible por su belleza.
Las obras de Paul Gaugin, realizadas en las islas del Océano Pacífico, plenas de colorido tropical
que tanto nos recuerda
nuestro propio país.
Pero prefiero concentrarme en Moldavia.




Lo que más me impresionó en Kishiniev fue la belleza de la ciudad en plena primavera, con flores y gladiolos en los jardines, ni siquiera en Cuba, país tropical con plantas exóticas increíblemente bellas, había visto yo tantas flores en lugares públicos y cuidados con tanto  esmero.
Solamente en Montreal he vuelto a ver el  paisaje adornado con la belleza de  flores cultivadas en invernaderos durante el rudo invierno canadiense.
Había leído mucho sobre los habitantes de la Ciudad, recordaba que mencionaban con insistencia la presencia de los gitanos en Moldavia, decían que en el país habitaban unos 25 000, de los cuales quedan actualmente unos 12 000.
En Cuba, había visto en algunas ferias gitanos con sus vestidos típicos, algunos dedicados a tirar la cartas y leer las manos. Me atraía con fuerza volver a verlos por lo que había leído sobre ellos y también por un sentimiento de solidaridad con quienes siglos atrás fueron protagonistas y víctimas de un masivo exilio involuntario, obligados  a vagar por el mundo.  Partiendo desde la India atravesaron el Medio Oriente y fueron capaces de llegar a Europa. Discriminados y abusados en los países por donde pasaban en su huida. Sus vestuarios llamativos, su música, sus oficios artesanales llamaron la atención y la admiracion de la novedad que representaban con su atractivo folklore oriental. Deambulando de un país a otro, se cumplía el proverbio galo de que “bien miente quien viene de lejos” cuando contaban historias coloridas de sus orígenes y tradiciones que maravillaban a sus oyentes. No creo que por propósitos equívocos, sino más bien en busca de la aceptación y la admiración de la gente que encontraban a su paso.

Como siempre “escobita nueva barre bien”. Al principio la gente los admiraba, y hasta les atribuían poderes ocultos para resolver problemas de amores y dinero.
 Al pasar del tiempo comenzaron a rechazarlos, acusándolos de ser los peores delincuentes, holgazanes, trotamundos, secuestradores de niños y sobre todo de prácticas paganas, lejanas de las costumbres y creencias de los cristianos, que bien analizadas se puede aprecia tienen muchos rituales y puntos comunes con el paganismo.
 La historia de los Rumi, como también les llaman  en Europa  está plena de persecuciones e incomprensión.  Los nazis los consideraban tan despreciables e impuros como los judíos. Más de 4 millones de gitanos fueron asesinados en distintos lugares ocupados por las tropas alemanas, entre los más remarcables los campos de exterminio de Treblinka, Auschwitz, Dachau, Buchenwald, por mencionar los más conocidos,  donde fueron asesinados miles de gitanos, niños, mujeres y hombres víctimas de crímenes que se menciona menos que los cometidos contra los judíos, quizás por el número menor, pero tan criminal como las victimas de origen judio.
Pero no sólo los nazis despreciaban a los gitanos, he conocido otros quienes no les tenían mucho aprecio que digamos.
Recuerdo que estaba yo en Moscú en 1968 dirigiendo un documental para la TV y nos hospedaron Hotel Ucrania. Por la tarde, era casi de noche, pues en invierno oscurece temprano, salí a descansar y dar una vuelta para organizar mis ideas y conocí una chica gitana, rubia de ojos verdes, enfermera con quien pasé muy buenos momentos en un lugar cercano, a unas cuadras de la Plaza Roja y en contacto real con el simpatico pueblo moscovita, quienes hacian todo lo posible por comprender mi inglés chapurreado y mi francés falto de práctica, pues en general, aparte del ruso muchos hablaban aleman.
Me demoré más de 4 horas paseando y cuando regresé al hotel Tamara, la traductora, una rusa “acubanada” que se conocía todas las malas palabras de nuestro nutrido repertorio isleño, me armó un tremendo escándalo, decía que ese barrio estaba poblado de gitanos, que podían haberme matado para quitarme la ropa que llevaba puesta.
Por supuesto no le dije que había comprobado por mi mismo quienes habitaban allí y mucho menos lo contento que estaba de mis nuevas amistades que luego volveria a encontrar.
Mi respuesta fue el silencio, la mire un poco con sorna y sin decirle nada, pensé, acaso no se da cuenta que con mi tez bronceada, mi pelo lacio, negro, herencia de mi bisabuelo Maya, yo tenía más tipo de gitano que cualquiera de ellos.
Los gitanos son discriminados por doquiera, hasta hoy día, a pesar de sus éxitos artísticos en la música, la danza, el canto y el deporte.
Situación muy parecida a la que han sufrido grandes valores de la razas
autóctonas y negra en los países de América, donde la discriminación ha tenido color y no nacionalidad por causa de la esclavitud sufrida por los bronceados indígenas y los negros africanos, obligados a vivir, aún despúes de abolida la esclvitud, en condiciones infrahumanas .
Estuve solamente 48 horas en Moldavia pero suficiente para conocer algunos rumanos, de visita en Kishiniev, que al saber que éramos cubanos nos contaban lo que había pasado en su país con la caída de su dictador y nos preguntaban por qué no hacíamos lo mismo nosotros para resolver nuestro problemas. Yo realmente no tenía respuesta, pues ni siquiera había pensado nunca en eso, pues que lo único que tenía en mente hacia años era irme yo como pudiera.
Me imagino que la mayoría conoce lo que sucedió en Rumania  y no creo necesario abundar en eso, pero lo que si he oído decir después, es que partir de ese suceso, en Cuba muchos mítines se hacen sentados y bajo invitación para evitar un motín, como en el mitin donde se produjo el altercado que condujo a la  derrota de  Ceascescu.
Ahora bien, lo que si he podido comprobar, en el trato con algunos amigos rumanos, es que la represión, el miedo y la desconfianza entre los nativos de su país, aún residiendo en otros paises, todavia perdura entre ellos.
Muy parcos, casi herméticos, para hablar de las cosas pasadas en su país bajo la dictadura de Ceacescu, expresando muy raras veces lo que piensan, igual que sucede con todos los exiliados de muchos países,  como si temieran que la garra de los dictadores se extendiera hasta su exilio, actitudes provocadas por traumas horribles de la condicion humana, violentada por seres despiadados que se cubren muchas veces con el disfraz de libertadores, para lograr realizar sus ambiciones de riqueza y poder, y saciar sus ambiciones desprovistas de todo tipo de amor por los seres humanos, cuando en realidad sólo se muere una vez y es mejor morir en defensa de la verdad, luchando contra la mentira, que vivir bajo el terror de quienes detentan un poder que más tarde o temprano, por cualquier razon, cmo ha sucedido siempre, natural o de fuerza, tendrán que abandonar.
Para terminar quiero hacer un comentario, más bien remarcar algo sobre Moldavia. El territorio moldavo después de la Segunda Guerra Mundial quedó dentro del marco de la URSS, despúes de la desintegración del sistema soviético se independizó como República de Kishiniev.
No obstante algunos moldavos se consideran a sí mismos como
 rumanos.
Actualmente el país esta luchando por adquirir su condición de miembro de la Unión Europea, lo que visto imparcialmente tiene todo el derecho por el lugar donde está ubicado y su trayectoria histórica, pero
lo que me causa asombro es que según dicen algunos analistas, el motivo para que esto no se produzca es que en las útimas elecciones presidenciales de la pequeña república el Partido Comunista fue elegido a la cabeza del Gobierno y la Unión Europea mantiene su posición anticomunista, al mismo tiempo que otros plantean que la negativa es producto de las acciones del propio gobierno del país que lo impide y no desea la integración con los demás países de Europa.
Como no soy especialista en la región,  realmente no puedo afirmar nada, pero en  la Republica de Moldavia, sin exagerar,  me da la impresión que a nivel de país, internamente, existe algo así como el famoso síndrome de Stokolmo, donde las victimas se unen y admiran a su victimario.
Hoy creo darme cuenta, por haberlo vivido ya, porqué la simple mención de la palabra Moldavia, al principio de mis escritos, tuvo como respuesta la inesperada entrada de alguien a mi página en ese pequeño país,  que a pesar de todo yo califico de europeo. Me importa poco quien gobierne en Moldavia, se llamen socialistas, comunistas o capitalistas, aunque me califiquen de anarquista o libre pensador, para mi son la misma piara de oportunistas y explotadores de las riquezas de las naciones, usurpadores de los derechos de los pueblos que dicen representar.
Si estoy equivocado pediré disculpas, si noseguiré criticando este fenómeno donde quiera se produzca.  No hay derecho a tantas mentiras y abusos. Miremos al Oriente que los pueblos ya no aguantan mas.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Cuando leo tus articulos, mas te quiero, mas te admiro, mas te conosco, y la nostalgia me invade. Eres mi orgullo.

Tu hija Xiomara

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